¿Cuál es mi horizonte desde la mirada de Dios?

Querida joven: hoy queremos llegar a ti, para que entres en el silencio de tu corazón, en el interior de tu alma, invoca la fuerza del Espíritu Santo para que te ilumine y encienda la llama de tu amor, te muestre lo que más desea de ti, de tu vida…ilusiones, esperanzas, deseos y proyectos.

Pregúntate: ¿Cuál es mi horizonte?… ¿tengo claro que en el hoy de mi historia vale la pena entregarla al servicio del que sufre?

¿Mi vida tiene sentido al lado de…?

Siendo bautizada, creyente, ¿Qué hago por mantener viva la llama de mi fe? ¿Cómo siento que arde para que otros puedan ser alumbrados, en su caminar, o por el contrario, tengo vacíos que necesitan ser llenados de escucha, amor, comprensión y experiencias profundas en el Señor?

¿Tengo la valentía de buscar a un sacerdote, religiosa/o, o persona de fe y oración que me escuche, me oriente en mis sueños, y me ayude a discernir a encontrar la respuesta que Dios está sembrando en mi corazón?

Confía en esa persona que puede orientarte, en la búsqueda de tus metas, no las ahogues en el temor de no entender lo que sucede dentro de ti, cuando te sientas llamada a una misión. Déjate tocar por el fuego del Espíritu, ¡que arda en tu corazón! y verás que nada será tan difícil para realizar con la gracia de Dios,  como cuando llamó a Abraham a una disponibilidad, obediencia y entrega total.  Él estaba tranquilo y seguro en su tierra, cuando Dios lo llamó y le manifestó su deseo: “Sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que yo te mostraré”.  Dios le pedía dejar su seguridad y fiarse de Él, arriesgarse y marchar a una tierra desconocida. Él podría pensar: ¿y el clima me sentará bien? ¿Tendré que aprender otra lengua? ¿Para qué todo esto? Pero Abraham no pregunta, no pone condiciones, se fía de Dios y se arriesga con todos sus bienes y su familia.

Querida joven, no tengas miedo, ten la certeza de que Él está muy cerca de ti. Pues sólo la confianza en Dios puede cambiar la duda en certeza.

TEN ÁNIMO, SÉ VALIENTE. Jos 1, 9.

LECTIO DIVINA DESDE LA VIDA CONTEMPLATIVA EN LA CONGREGACION DE NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD DEL BUEN PASTOR

En el contexto de las fiestas pascuales queremos compartirles uno de los encuentros semanales de la Lectio Divina en comunidad a partir del Evangelio de Juan 21, 1-14.

Según el texto, los Apóstoles después de haber vivido la dura prueba de la muerte y crucifixión de Jesús viven la experiencia de verlo resucitado, pero sin estar muy convencidos de su presencia. Entran en el desánimo y con aire de derrota deciden volver a la rutina de siempre. Se van a pescar, sin tener en cuenta las recomendaciones de Jesús, especialmente el envío a evangelizar que les había hecho.

Podemos meditar el texto a partir de las siguientes preguntas:

¿Por qué crees que los Apóstoles hicieron caso omiso al envío misionero que les dio Jesús el mismo día de su Resurrección? (Mc. 16, 15 ss).

También nosotras hemos sido enviadas, en el Bautismo, en la Confirmación, en la Profesión Religiosa y en otros eventos… ¿Puedes asegurar sin dudas, que has obedecido estos envíos?

Después de bregar toda la noche, amaneció y los Apóstoles no habían pescado nada. ¿Cómo se asemeja este fracaso a la realidad que vivimos los cristianos hoy?

¿Cuáles son tus propuestas o propósitos que te podrían servir para revivir el éxito obtenido por los Apóstoles después que Jesús les dice: “echen las redes a la derecha”?

Algunas reflexiones compartidas fueron:

1° Los Apóstoles hicieron caso omiso al envío misionero que les había hecho Jesús:

  • Por miedo a lo desconocido, a lo nuevo.
  • Por respeto humano frente a sus congéneres.
  • No se tomaron en serio el envío.
  • No querían complicarse la vida.
  • Aún no estaban dispuestos a renunciar a sus comodidades, a sus familias, a sus costumbres, al dinero, etc.
  • No le creyeron a Jesús.

2° Siendo sinceras, tampoco nosotras le hemos respondido al Señor   plenamente. Igual nos domina el miedo, la comodidad, el respeto humano, la falta de coraje para la renuncia y el sacrificio que esto implica. Más aún tememos comprometer la vida plenamente.

3° Hoy estamos viviendo la misma experiencia en distintos frentes, especialmente en el vocacional.

  • Nosotras no somos la excepción en cuanto a la falta de vocaciones.
  • Nos falta dar un testimonio más convincente, ser más coherentes entre lo que prometimos y lo que hacemos.
  • Nos falta ser más comprometidas con la vida fraterna.
  • Nos falta dar a conocer la experiencia que recibimos de Dios desde nuestra oración contemplativa.

4° Las propuestas y propósitos que nos surgieron fueron:

  • Vivir más auténticamente nuestra Vida Contemplativa.
  • Anunciar con entusiasmo como María Magdalena nuestra patrona, lo que hemos visto y oído, lo que celebramos, la experiencia de Dios en la Contemplación.
  • Vivir más plenamente la vida sacramental y Eucarística con el compromiso de ser pan partido y compartido para el mundo.
  • Dejarse ir transformando desde la vivencia de los votos.
  • Vivir en coherencia con nuestro compromiso como consagradas.
  • Apreciar más este misterio del llamado a la Vida Contemplativa, respondiendo a la misión que Jesús, la Iglesia y la Congregación nos confían.
  • Vivir a conciencia el Misterio pascual.
EL ROL PROFÉTICO DE LA VIDA CONTEMPLATIVA, EN LA COYUNTURA DE PANDEMIA Ponente: Padre Simón Pedro Arnold O.S.B.

ENCUENTRO VIRTUAL DE VIDA CONTEMPLATIVA Abril 17, 2021

Nuestro carisma de vida contemplativa, es prioritario de este momento, prioritario para la esperanza, quizás como nunca, entonces quisiera trabajar este desafío nuestro.

LA PANDEMIA COMO RECONCILIACIÓN DE LOS DISCIPULADOS: Ver la pandemia como una oportunidad de reunir todos los discipulados y entre ellos el discipulado contemplativo.

EL DESIERTO CONTEMPLATIVO: Que significa nuestro desierto, nuestro confinamiento voluntario, nuestra clausura, nuestra separación en un contexto como el que vivimos.

 TRES EJES:

I. EJE: La pandemia nos lleva a replantear o revisar, nuestra vocación de hospitalidad contemplativa.

Veamos la vida contemplativa como hospitalidad y la pandemia nos lleva a repensar juntas/os, este carisma de la hospitalidad.

II. EJE: La profecía contemplativa: Los contemplativos, hoy día pueden acoger, ésta espera profética, esta esperanza profética del pueblo creyente de la humanidad.

III. Si la pandemia nos confronta como un nuevo profetismo, con una nueva hospitalidad; esto exige de nosotros/as, una conversión.

Creo que en la historia Iglesia, la tradición y en el Evangelio, especialmente en el Evangelio de Marcos y de Lucas; se señala dos tipos de seguimientos: hay discípulos/as que siguen a Jesús en los caminos, incluso es un poco escandaloso, contrario a la tradición Judía, hay mujeres que siguen también a Jesús, en los caminos y que se vuelven entonces lo que llamaríamos apóstoles o apóstolas junto con sus hermanos los doce.

Pero también hay una segunda dinámica del discipulado del seguimiento Jesús que es el discipulado de las casas que van acogiendo la comunidad, acogiendo a los enfermos, pienso Cafarnaúm, en la casa de la suegra de Pedro, pienso en Betania, María, Marta, y Lázaro, pienso en el albergue de Emaús o la posada del buen Samaritano y finalmente en el Cenáculo, donde una amistad de Jesús, le presta un este espacio para reunirse con sus discípulos.

El problema en la Iglesia Latina occidental es que hemos separado cada vez más estos discipulados, como si se tratara de dos discípulas/os totalmente autónomos separados.

Creo que han adivinado que la vida Contemplativa va por la dinámica, el ritmo de las casas; nosotros/as somos posaderas y posaderos de la Iglesia como contemplativos, y que la vida Apostólica va más por los caminos, pero creo que esta separación, es perversa en el fondo, nos ha hecho mucho daño, creo que ha achicado la vida contemplativa y ha achicado también la vida apostólica.

La famosa oposición tradicional entre Marta y María; la contemplación y la acción; creo que no nos ayudado, porque creo que Marta y María, la casa y los caminos, Betania y caminata por Palestina son inseparables; si lo separamos de cierta manera los empobrecemos, le quitamos su savia.

Son inseparables pero también son inconfundibles, es un ritmo, es como un a polifonía si quieren en la dinámica de Evangélica, y cuando lo separamos, vuelvo a decir, los empobrecemos a ambos.

Me alegra que la CRC, piense en los/as contemplativas/os, me parece magnifico, porque muchas veces la vida contemplativa es vista por los grandes grupos de vida religiosa activa, como si fuéramos un apéndice, un lujo, algo marginal, en la vida religiosa y creo que no es así, siendo contemplativas/os reivindico ser parte plenamente parte del discipulado, de la misión, del anuncio, pero desde un lugar específico, que es propio de nuestro carisma.

Creo que cuando separamos los discipulados, muchos se lamentan: “Nos hemos vuelto activistas”, es una acción sin fuente, diría yo, sin raíz; en cambio separado de la vida apostólica, nosotros los contemplativos y contemplativas, caemos en el riesgo por lo menos; de una vida intimista sin horizonte. Las Congregaciones apostólicas caen en el activismo sin raíz y nosotros podríamos caer en el intimismo sin horizontes, sin perspectivas.

Yo creo que las Iglesias de Oriente, no han caído en este error de separar. Los occidentales siempre separamos para clarificar; en cambio en Oriente no están tan preocupados de identidades, de clarificación, de clasificación de los carismas, yo creo que podríamos inspirarnos de nuevo del Oriente; donde lo contemplativo y lo apostólico no están para nada separados; y creo que la pandemia en cierta manera nos ha reconciliado; no es que estamos peleados, los apostólicos y los contemplativos, por supuesto que no, pero estábamos como a cierta distancia.

La pandemia nos ha reconciliado a la fuerza, sí o sí. ¿Por qué? Porque nos ha detenido cada uno en nuestra trampa, el activismo, se han tenido que detener y replantearse desde su sentido más profundo; ¿Por qué  nuestros proyectos, nuestras utopías, nuestros compromisos, nuestras obras, la educación, la salud, la pastoral, en fin; todo esto como que se ha detenido de golpe y hemos tenido que replantearnos de dónde viene nuestra acción, de energía del Espíritu, que alimenta y da sentido a nuestra acción?

También para nosotras/os las contemplativas/os nos ha confrontado de manera cruda, cruel cómo es nuestra responsabilidad. ¿Es posible ser simplemente apéndice de la humanidad?, un apéndice de la Iglesia, en un momento tan crucial, tan dramático de la humanidad?

Supongo que cada una de sus comunidades vive algo parecido, desde la pandemia, a nuestra comunidad se la solicita constantemente, constantemente para orar, no hay día en que no nos confíen alguna situación dramática de alguna familia, de una comunidad, una situación dramática de todo un país…Como el Perú, en este momento o Colombia… Como de marginales, apéndices la vida contemplativa de golpe se encuentra en el centro del drama, de la obra, que está dibujando y actuando la historia de este momento; pero tampoco estamos preparados.

Estábamos tan cómodos en nuestras comunidades, en nuestras costumbres, en nuestro lugar marginal y de repente nos exigen con lágrimas, que seamos como la columna vertebral, como el lugar que permite reconectar lo divino con el drama de la oscuridad.

En el Evangelio, Jesús nos dice: “No teman, yo soy”, nada más, no se han dado cuenta que Jesús en San Juan no apacigua la tempestad, no cambia nada simplemente dice: “YO SOY”; y creo que la vida contemplativa en un momento de tempestad, de oscuridad es como la afirmación: “YO SOY”

Incluso en la ausencia aparente de Jesús, la vida contemplativa es como un pequeño boya o un ancla en la tempestad, que hace señales en la noche; y que dice en nombre de Jesús “Yo Soy” en medio de la oscuridad.

La pandemia reconcilia lo que había sido dividido artificialmente. Podríamos seguir la experiencia espiritual de Marta y María. La Marta de San Lucas, la Marta de San Juan y entre las dos Martas hay como todo un camino hecho de toma de conciencia la unidad del discipulado, y también la María de Lucas y la María de Juan es bien diferente. Entonces como  ambos discipulados pueden abrazarse; y descubrir que se necesitan absolutamente es inseparable aunque no confundibles, es decir no se les puede confundir.

A partir de ahí, voy a ir visitando las tres pistas, de estar interpelación, desde la pandemia, a la vida contemplativa.

La primera interpelación tiene que ver con lo que llamo la hospitalidad contemplativa. Al habernos marginado y habernos considerado como un apéndice de lujo, como una joya que se guarda ahí, preciosamente; nos han quitado quizás la conciencia fundamental que la contemplación, es hospitalidad,

Para los Benedictinos la hospitalidad, la hospedería es muy importante, es parte de nuestra vocación; creo que muchas de sus comunidades se puede decir lo mismo, y justamente es en momento no podemos acoger grupos, huéspedes. Estamos de vuelta a la conciencia de la hospitalidad. La vida contemplativa en sí, en su totalidad es hospitalidad de la Iglesia, hospitalidad de la humanidad.

El primer monasterito que quiero visitar: es la posada del Buen Samaritano, me llevó a contemplar la posada pensar de la parábola, como una nueva alternativa de Iglesia, es como una nueva experiencia de la hospitalidad, se acordarán que este camino hacia Jericó, todos los actores son Judíos, sospecha también que el posadero es un Judío, pero hay un intruso, hay un extranjero ahí, hay un ilegal quizás Samaritano que se introduce, incluso entra en el escenario. Este extranjero, este ilegal, lleva la víctima, la lleva a la posada. ¿Qué va hacer el posadero?¿Va acoger a este extranjero o no?¿va acoger  a la víctima o no? Hay creo que tenemos una parábola maravillosa de la hospitalidad contemplativa, y la hospitalidad contemplativa es que la que reconoce a Cristo en todos los actores de la vida.

La tradición patrística, dice que los tres personajes son Cristo, la víctima evidente que es Cristo, el Samaritano es Cristo, que vino a recoger la víctima, Cristo Samaritano, Buen Samaritano que nos lleva a la posada de la Iglesia y el posadero también es Cristo y creo que esta dialéctica, en esta trilogía; Cristo recoge a Cristo y lo lleva a Cristo, es lo que llamaría la Cristología de la vida contemplativa de la hospitalidad contemplativa.

Nosotros somos el posadero como comunidad Contemplativa, que en nombre de Cristo, acogemos la humanidad víctima, que humanidad más víctima que la sufre en este momento, en todo sentido no solamente a nivel sanitario, sino a nivel económico, a nivel político.

Reconocer a Cristo en esta humanidad víctima, acogerla y también reconocer en el extranjero ese Samaritano, que era el enemigo, reconocer a Cristo Sanador.

La posada como hospitalidad abierta, abierta el otro, abierta a la víctima, abierta al riesgo, de riesgo sanador. ¿Cómo repensar la vida contemplativa, como una hospitalidad Trinitaria? ¿Cómo replantearnos nuestra Cristología acogedora?

Segundo monasterio: se llama Mambré, es la carpa de Sara  y de Abraham, la carta a los Hebreos nos dice que sin saberlo, Abraham y Sara acogieron a ángeles, y creo que la apertura, no hablo simplemente de la hospedería, por si acaso; Para muchas de las casas de Contemplativas, la hospedería puede ser la portería, la liturgia como hospitalidad, la adoración como hospitalidad, la intercesión como hospitalidad y claro la vida comunitaria, como hospitalidad.

Entonces, ¿cómo hacer de nuestra vida contemplativa una carpa de Mambré, para acoger a Ángeles? ¿Cuáles son los ángeles en este momento? En nuestra vida de clausura… de comunidad…

Yo me acuerdo que cuando llegamos al Perú, hemos llegado en los años 70 y hemos interrumpido y hemos vuelto en los años 90, y cuando llegamos era un momento extremadamente álgido de la historia del país, primero había una pandemia de cólera en esa época, pero sobretodo estábamos en plena guerra civil con sendero luminoso; y nosotros mismos como Comunidad hemos sido agredidos, atacados, como muchas comunidades en esa época en Perú. Y me acuerdo de una reflexión en comunidad que me quedó grabada: “tendríamos que ser una vida contemplativa, nómada, bajo carpas, un poco paradójico para nosotros Benedictino que hacemos un voto de estabilidad; pero podríamos hacer un voto de estabilidad bajo carpa es decir a la intemperie de la historia.

Abraham y Sara fueron fecundo porque acogieron sin condiciones a los ángeles, fueron visitamos por Dios, porque acogieron la sorpresa de los ángeles. Yo creo que este momento de pandemia hay que dejarnos sorprender; en la oración, en la Adoración, en la Acogida, en la escucha.

Como la carpa contemplativa de Abraham y Sara; se ha abierto a una fecundidad inmensa, como los granos de la arena de la playa, como las estrellas del cielo, nos dice la Escritura.

La fecundidad de la contemplativa es bajo carpa, en la intemperie de la sorpresa del Espíritu Santo, entonces con estas dos pequeñas parábolas de un monasterio en situación de pandemia, la posada del Samaritano o la carpa de Mambré: les invito, nos invito; como contemplativos y contemplativas a acoger nuestra vocación de contemplación, como el riesgo del Encuentro y el riesgo de la Confianza. Nuestra vida está totalmente centrada en la utopía, el deseo, la nostalgia del Encuentro con Dios, tendríamos que ser especialistas del Encuentro. El Papa muchas veces habla de la civilización del Encuentro, podríamos acaso ser peritos, especialistas, doctores del Encuentro, de la búsqueda de Dios, claro que esta búsqueda está totalmente movilizada por el deseo impaciente del Encuentro. “Me muero, porque no muero”, dicen los Carmelitas con Santa Teresa.

Entonces cómo hacer de nuestra vida contemplativa en todas sus dimensiones, una escuela del Encuentro con Dios, pero también a través de todas esos rostros, encontrarse con Cristo en el rostro de la víctima, encontrarse en el rostro del Samaritano, del extranjero, del diferente y encuentro con Cristo dentro de la propia posada, dentro de la propia alma de la comunidad.

Lugar de confianza, lugar de riesgo, lugar de Encuentro es lo que la pandemia despierta, recuerda vuelve actualizar en nuestra vocación.

No, Ya no se puede hacer encuentros presenciales, todo se ha transformado en lo virtual y por ejemplo el acompañamiento espiritual también se hace virtual, así es todo lo días, extremadamente intenso el acompañamiento espiritual.

También hemos intentado acompañar a nuestro pueblo, nuestra Iglesia, nuestra gente virtualmente, a través de reflexiones bíblicas, teológicas, místicas; entonces creo que lo virtual, permite a los contemplativos a ponerse a la  ESCUCHA DEL MUNDO del dolor del mundo, para justamente compartir nuestra capacidad, nuestra escuela del Encuentro.

Pandemia como oportunidad de abrir el claustro, sin salir del claustro, y también para las congregaciones apostólicas es una oportunidad de volver a descubrir el fundamento contemplativo de la acción. No hay acción fecunda sin un fundamento contemplativo y luego la reconciliación de los discipulados.

Revitalizar, renovar, reinventar, la dimensión de hospitalidad, quizás aprovechando lo virtual, pero sobretodo tomando conciencia, que en esta intemperie del mundo; de los pobres, la vida contemplativa tiene que estar en el corazón.

La Plaza de Armas siempre tiene el mismo modelo, son caminos que convergen todos a través de jardincitos, convergen hacia una pileta y cada vez más pienso, que el monasterio, que la vida contemplativa es como la pileta del Espíritu, del agua del Espíritu, como diría Jesús a la Samaritana en medio de la plaza, no en las afueras, sino en medio de las plaza, somos como ésta agua espiritual, el agua del espíritu que nunca se acaba, esa fiesta que nunca se acaba como lo cantábamos al comenzar esta reflexión. Pero en medio de la pandemia nos ha puasado del margen, del apéndice al centro. ¿Por qué? Porque en este momento la impotencia generalizada de lo humano, nos confronta con el misterio del todo diferente, de la trascendencia. Estamos confrontados con la trascendencia.

Esto me lleva a mi segunda dimensión.

LA DIMENSIÓN PROFÉTICA DE LA CONTEMPLACIÓN

Más allá de la contemplación como hospitalidad, creo que hay que replantearnos la contemplación como profecía.  Yo creo que la humanidad de Hoy tiene este sentimiento de los discípulos en la barca, en medio de la noche de la tempestad de que Dios los abandonó. ¿Dónde está Dios? Como si se hubiese ausentado de la historia, y ante eso, creo que nosotros tenemos como responsabilidad prioritaria, ser testigos de lo invisible, en medio de la noche. Ese famoso poema de San Juan de la Cruz.

Nosotros somos testigos de esta agua del Espíritu en medio de la plaza de armas, en medio de la historia trágica de nuestro pueblo, de nuestra humanidad, aunque sea de noche. Testigos de lo invisible; tenemos una misión urgentísima que es la misión de vigías, de anunciadores de lo que no se ve. Pero para eso, hay que estar en la brecha, nosotros somos de estos testigos, de lo invisible, de la noche que se termina, del primer rayo de sol. No sé a qué hora celebran la liturgia de las lecturas, pero nosotros; tenemos maitines a las 4:30 entonces estamos en la oscuridad y laudes inmediatamente después. Y entre maitines y laudes el sol empieza aparecer ahí en el lago Titicaca, y creo que somos los primeros testigos de que el sol está viniendo, hay un testigo primero que nosotros y el pajarito, cuando los pajaritos empiezan a cantar, ante que salga el sol, el monje sabe que el sol, está viniendo.

Ese es nuestra vocación, de vigías, de testigos de lo invisible, somos como estos pájaros, primero de lo que todavía no se ve, pero para eso, hay que estar ahí, vigilantes. La vigilancia contemplativa en este momento es una actitud esencial.

Lo primero es decirle al mundo, la luz viene, pero anuncio aunque no lo veas y en esta vocación de vigía, yo creo somos señal escatológica, en medio de lo absurdo; la vida contemplativa es señal, presencia de lo escatológico, es decir de lo definitivo, en este momento de pandemia, y muchos momentos históricos  la humanidad tiene la impresión de estar contra una pared, no tiene salida y creo que en este momento, en este encerramiento, en esta impotencia universal de los políticos, de los científicos.

La experiencia de la humanidad es como estar la cabeza contra la pared, sin posibilidad de ver la luz y creo que el contemplativo y la contemplativa, salta la muralla, nosotros estamos llamados a saltar la muralla, para mirar lo que viene, lo definitivo, lo absoluto, por eso nuestra vocación es escatológica y cuando perdemos esta conciencia escatológica nuestra vida contemplativa se vuelve absurda, entonces frente al absurdo de la historia contemporánea, yo creo sí, la pandemia es absurda humanamente hablando. Nosotros optamos por otro absurdo es la apuesta por lo definitivo, la apuesta escatológica; pasar horas en oración; mientras los demás están durmiendo, que estemos para despertar a Dios; el salmo 56 dice “que estemos para despertar a la aurora”.

Pero quizás nuestra vocación de vigías, de testigos de lo escatológico, de estos salta murallas, puede ser que esto sea absurdo, puede ser que la oración sea una oración absurda; estamos como en un dilema, lo absurdo de la crisis que vivimos y lo absurdo de la apuesta escatológica, es la hora de despertar la aurora, es la hora de despertar a Dios, despiértate!!! Por qué  Señor, duermes y ven a mi encuentro, ven en ayuda de la humanidad. Esa es la profecía de la hora matutina de la vigía, de estar de pie, en la brecha, haber saltado la muralla; decir que el contemplativo es aquel que salta la muralla, cuando muchos de nosotros estamos rodeados de clausura.

Somos testigos del horizonte, indicamos en silencio el horizonte de lo definitivo, en la espesura de lo pasajero, ¡Que espesa es la neblina de hoy! Y sin embargo es pasajera; y nosotros como que indicamos en silencio, discretamente lo definitivo la vocación escatológica de la vida contemplativa.

Otro aspecto de la profecía contemplativa es nuestra vida comunitaria, yo creo que nuestra vida comunitaria el hecho de vivir juntos constantemente, vivir juntos toda la vida ese nuestro voto de estabilidad Benedictina, hace que la comunidad se vuelva un laboratorio, miniatura del Reino de Dios, como hay que ir trabajando nuestras relaciones como un laboratorio en miniatura.

Yo creo que el Reino es repensar las relaciones cada mañana a la manera de Jesús, ese el Reino; somos comunidades escatológicas. Incluso la arquitectura del monasterio, de los grandes monasterios medievales, por ejemplo los monasterios Románicos, es como la Jerusalén celestial, está concebido arquitectónicamente, la Jerusalén definitiva, también como la comunidad que sueñan los hechos de los apóstoles, hoy día me dio tranquilidad que en la comunidad de los hechos de los apóstoles, peleaban por cosas de razas, de clases sociales, que favorecían a otros, y que olvidaban a las Helenistas, etc. Porque o sino la imagen de la comunidad, parece tan idílica que es imposible esta comunidad donde compartían todo.

Esta utopía de los Hechos de los Apóstoles, la tenemos que trabajar en miniatura, año tras año, día tras día, minuto tras minuto; para transformar nuestras relaciones, en relaciones de Reino, ahí está también la profecía. “Vean como se aman” dice Tertuliano.

Nuestra comunidad se esconden detrás de sus muros, para que no vean sus contradicciones; y si nuestras comunidades son carpas… posadas…eso son comunidades trasparentes, que la comunidad se vuelva profecía de esta reconciliación de la humanidad de la que en este momento estamos desesperando.

Nuestro silencio, nuestra soledad; nos pone también a la escucha del mundo, del tumulto del dolor: en estos días estoy escuchando que sufren cosas terribles. Familias enteras desaparecidas en 15 días y estoy acompañando a una de las pocas personas rescatadas; cómo nuestro silencio, nuestra oración, nuestra soledad puede ser caja de resonancia del dolor del mundo en este momento.

Esto es lo que llamo la profecía contemplativa: Profecía escatológica, testigo de lo invisible, locura de la oración que despierta al Dios que duerme, cómo despierta la aurora, en nuestra primera oración, ser laboratorio de una comunidad de Reino, de relaciones de Reino y ser en el silencio de la Oración de la soledad, acogida del dolor del mundo.

Por último una exigencia de conversión radical, porque todo esto que he dicho es muy bello, y podría ser como la revancha de los contemplativos.

¡Ah, nos han marginalizado! ¡Ah, nos han considerado como apéndice de lujo de la Iglesia! ¡Ahora vamos a tener nuestro ahora! Se dice que todas las épocas de crisis, son épocas de bonanzas vocacional para la vida contemplativa. Por ejemplo, postguerras, pues bien vamos a ver si es cierto. Pero para que haya bonanza contemplativa tenemos que ser verdaderos testigos y por lo tanto convertirnos.

Entonces, lo que quería con esta primera reflexión, era reconectar la  interpelación de la crisis, de la coyuntura de la pandemia con lo fundamental de nuestra vida, de nuestra vida contemplativa. Poner de nuevo la vida contemplativa en medio de la Plaza de Armas, como la pileta, la pileta en el corazón de la Iglesia, desde la hospitalidad desde la profecía, de nuestra vocación propia.