La Vida Consagrada es un don del Espíritu Santo, recibido en el Bautismo y que se va realizando más plenamente en la medida en que nos entregamos a la acción transformante de Dios. Constitución NSCBP N° 10.
La Vida Consagrada es una entrega, una pasión un amor a Dios por el Reino de los Cielos. Dios es el único Consagrante y llama a quien quiere y cuando quiere, para que le siga más de cerca y que se dedique totalmente a Él, con su amor supremo y procure conseguir la perfección de la Caridad mediante los consejos evangélicos de Pobreza, Castidad y Obediencia. Como religiosa de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor tenemos un cuarto voto, el Celo Apostólico por la salvación de las personas más vulnerables de la sociedad, preferentemente con la mujer, la niña y la joven, herencia de nuestros fundadores, Santa María Eufrasia Pelletier y San Juan Eudes.
Hoy existen varios Institutos de Vida Consagrada, con diferentes Carismas, y todos son válidos, como religiosas (os) que se dedican a la educación, a los enfermos en hospitales y clínicas, otros a la misión en partes lejanas dónde no ha llegado la luz del Evangelio, también existen grupos seculares que también buscan la perfección, desde su casa, familia y hacen el bien por el Reino de los Cielos, Dios va suscitando diferentes ministerios para su servicio según los tiempos y los momentos esenciales de la Iglesia, todos son dones del Espíritu para su conocimiento y extensión de su Reino.
En consecuencia, la Vida Consagrada es una búsqueda constante a la Santidad, que en la realidad no es tarea fácil, pero muy importante porque a eso nos comprometimos voluntariamente; reconociendo siempre que, en este camino, va adelante el Señor y su Santísima Madre acompañándonos. Es también muy importante la alegría en la Vida Consagrada, que se manifiesta en la sonrisa a pesar de las dificultades que de pronto se puedan suscitar como cualquier persona humana.
La Vida Consagrada es una alegría que va más allá, que brota del interior del corazón, por el contacto permanente con Dios, que se siente amada y reconocida. Otras cualidades que deben adornar a una persona consagrada es la virtud de la humildad, para reconocer que todo lo ha recibido de aquel que es su Señor por su infinita bondad y misericordia nos ha regalado para el servicio de los demás. También algo importantísimo para una persona consagrada es el amor a la oración para cumplir la voluntad de Dios. Además, debe estar abierta a los signos de los tiempos y tratar de responder de acuerdo a las mociones del Espíritu y los dictámenes de la Iglesia en el día de hoy.
Por Hna. Laura Marina Mosquera Obando, religiosa CNSCBP
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