El miércoles de ceniza, marca el primer día de la cuaresma en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica y la imposición de la ceniza es el rito característico de esta celebración litúrgica. La Iglesia nos llama a la conversión y nos propone tres medios muy concretos: ayunar, orar y amar.
¿Qué significa la Cruz de Ceniza?
El miércoles de ceniza, proviene de la tradición judía, para quienes la ceniza, significaba la fugacidad de la vida y el arrepentimiento de los pecados. Los judíos se envolvían en ceniza demostrando que intentaban acercarse a Dios, para nosotros los católicos, tenemos la dicha y la gracia de Dios, como nos dice, en: Juan 20, 22-25: “Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: Reciban el Espíritu Santo a quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan les quedaran retenidos”
Por Hermana Rosa Neli Araujo S. Religiosa Apostólica Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor
Renovados bajo el signo de la ceniza.
Una invitación a la Cuaresma como tiempo de renovación en el Espíritu.
Reflexión por: Fidel Oñoro, Sacerdote Eudista.
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Al aceptar la ceniza invitamos al fuego del amor de Dios para que venga sobre nosotros, consuma nuestro pecado y haga surgir el hombre nuevo.
Para nuestros hermanos que viven en el sur del continente americano la lluvia de ceniza del volcán no es nada buena. Sin embargo, para la Biblia dejar caer un poco de ceniza sobre el cuerpo es gesto elocuente y evocador. Un gesto vale más que mil palabras. Los cristianos marcamos así el comienzo de la cuaresma, con el día que lleva precisamente este nombre “de ceniza”.
Para nosotros este signo también forma parte del universo simbólico que nos da identidad: fuego y agua, por una parte; barro y hombre nuevo, por la otra. Nadie, absolutamente nadie, se renueva verdaderamente si no es el Señor en persona por medio de la potencia de su Espíritu Santo quien lo transforma. Sólo el Creador renueva la creatura que ha salido de sus manos, porque sólo él la conoce a fondo y sabe para qué ha sido destinada, como bien describe el Salmo 104,29-30 en ese doble movimiento radical en que muerte y vida dependen del don de la “Rúah” del Señor: “Si escondes tu rostro, desaparecen,/ les retiras tu soplo y expiran,/ y retornan al polvo que son. // Si envías tu aliento, son creados, / y renuevas la faz de la tierra”. Al respecto, acentuando quién es el sujeto de esta renovación, comentaba san Agustín: “Precisamente aquel que te ha formado será tu reformador”.
Los signos del “fuego” y del “agua”, del disolver la materia en ceniza con el fuego y del recrearla a partir del agua para hacer un poco de barro que se une a nuestro cuerpo, visualizan la dinámica pascual en la cual nos ejercitamos por obra del Espíritu que es “fuego” y es “agua”, que es “creador” y es “renovador de lo creado”, durante el santo tiempo de la Cuaresma. Pues sí, a partir de esta bella y paradójica imagen, que hace de puerta de entrada simbólica, podemos meditar sobre la dinámica entera de la Cuaresma como tiempo de renovación en el Espíritu. Los invito a que lo hagamos decantando la enseñanza de la Palabra del Señor en cinco pasos.
- La ceniza es el resultado del fuego que arde
- Con la ceniza nos hacemos solidarios con tanto dolor que nos circunda
- Con la ceniza la suciedad se limpia
- Con la ceniza emprendemos el camino de regreso a Dios
- La ceniza es una parábola actuada de la existencia cristiana: está destinada a la resurrección que es una “nueva creación”
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