Anunciamos el mensaje de reconciliación, dirigiendo nuestro servicio a la promoción de la Mujer y la Familia; estamos profundamente comprometidas en la sanación humana-espiritual y en el desarrollo integral. Trabajamos en articulación interinstitucional para contribuir a la transformación y dignificación del ser humano. Respondemos también a otras necesidades apostólicas que están de acuerdo con nuestra misión.
Somos Mujeres Consagradas de vida apostólica. Jesús el Buen Pastor nos ha llamado a vivir en unión con Él, y a continuar su misión redentora en la Iglesia. Dios nos ha consagrado para este fin mediante el don de su amor, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Vivimos nuestra vocación en Comunidad, a través de la oración, el amor fraterno, los consejos evangélicos y el voto de celo (Cfr. Const. 2)
Nuestro compromiso con la reconciliación exige que promovamos la justicia y la paz. Este testimonio debe poseer las características propias del amor misericordioso, que son la esencia del Evangelio, y de la Doctrina Social de la Iglesia. (Const. 6). La oración es una parte importante de nuestra vida cotidiana.
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